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Fobia social

 

Hasta cierto punto, la ansiedad social o fobia social es una emoción normal y útil, ya que motiva a las personas para actuar del modo más apropiado en situaciones interpersonales concretas (por ejemplo, causar buena impresión en una entrevista de trabajo, a una persona que nos resulta atractiva, etc.). Es muy común que la gente se ponga nerviosa en determinadas situaciones sociales, sobre todo cuando tiene que hablar en público. Sin embargo, cuando una persona padece un trastorno de ansiedad social (o fobia social), siente una malestar enorme y su experiencia es mucho más grave, perturbadora e incapacitante.

La fobia social consiste en un miedo muy marcado a situaciones en las que la persona cree que puede ser evaluada u observada por otras personas  y en las que teme comportarse de un modo ridículo o humillante delante de esas personas o que se noten sus síntomas de ansiedad. Piensa que es probable que la evaluación de los demás sea negativa y perjudicial para ella. Esta ansiedad no disminuye a pesar de que se tenga que exponer continuamente a situaciones sociales en su vida cotidiana. También es frecuente que ocurra ansiedad anticipatoria, es decir, que la persona se preocupa mucho antes de que tenga lugar la situación temida (a menudo diariamente y durante semanas).

Las situaciones que puede temer una persona con fobia social pueden ser muy variadas: hablar en público, realizar alguna acción delante de otras personas (comer, escribir, leer, etc.), iniciar y mantener conversaciones (con desconocidos, con personas fuera del círculo íntimo, etc.), acudir a fiestas y actos sociales, ser observado cuando entra en un sitio (por ejemplo, una cafetería), hablar con figuras de autoridad (profesores, jefes, etc.), estar con una persona por la que siente atracción, hablar por teléfono, utilizar un lavabo público, etc.

Síntomas

A nivel fisiológico, pueden producirse aumento de la tasa cardiaca, molestias estomacales, mareos, etc., aunque los síntomas más comunes son rubor, temblores y sudoración. Muchas personas sienten un fuerte e incapacitante temor a que los demás se den cuenta de estos síntomas y "piensen mal" de ellos (evaluación negativa), pudiendo desarrollar una fobia social específica, como la eritrofobia (miedo a ruborizarse) o la tremobofia (miedo a temblar).

A nivel de comportamiento, algunos evitan las situaciones sociales temidas, mientras que otras personas las afrontan pero suelen recurrir a a utilizar "conductas de seguridad", es decir, conductas con las que intentan protegerse de un modo u otro, por ejemplo, apartar la mirada si cree que alguien le va a  preguntar algo, apoyar las manos en algún lugar por si tiemblan, ponerse ropa gruesa para que se perciba menos el sudor.

En cuanto a los pensamientos, suelen estar relacionados con la "certeza" de que su forma de actuar es o será deficitaria, que va a ocurrir una evaluación negativa, y sobre las consecuencias "catastróficas" que esto va a tener. Pensamientos típicos son: "Lo he hecho fatal, soy un idiota, no les gusto nada, no valgo nada, pensarán que soy tonto, nadie querrá estar conmigo, estaré siempre solo", etc.

Aunque tanto el miedo como la evitación pueden manifestarse de formas muy variadas, limitan las posibilidades de desarrollo personal y afectan a la calidad de vida en general. La persona que sufre este trastorno puede no involucrarse en relaciones de amistad o en relaciones de pareja, no promocionarse en su trabajo o estudios, aislarse de cualquier encuentro social, etc.

Un modelo explicativo: ¿por qué se produce a fobia social?

La persona con ansiedad social percibe las situaciones sociales como peligrosas, ya que siempre se encuentra corriendo el riesgo de ser rechazada, de perder estatus o de no alcanzar la valoración y el estatus que desea y necesita. Esta persona quiere ser aceptada y muy valorada, pero duda de ser capaz de lograrlo. Se percibe como inferior a los otros y teme no sólo la valoración negativa (con el consiguiente daño que eso pudiera acarrear) sino también que no sea tan positiva como ella necesita y constantemente intenta por todos los medios impedirlo.

Cuando una persona con ansiedad social anticipa o se enfrenta a una situación social temida, se activan muchas señales de alarma en su cerebro y se enfrenta a ellas de un modo defensivo. Sus recursos se focalizan en la amenaza. Por un lado, busca amenazas provenientes de fuentes internas, es decir, se vuelve muy consciente de si misma, se observa y utiliza esa información para juzgar la impresión que está causando en otros ("me tiemblan las manos, luego pensarán que soy débil e idiota"). Pero por otro lado también centra su atención en amenazas que pudieran llegar del exterior (por ejemplo, gestos de rechazo o aburrimiento que puedan suponer valoración negativa).

Cuando estas personas se encuentran en situaciones sociales hacen comparaciones entre la impresión que desean dar (lo que creen que se espera de ella) y el modo en que creen estar actuando (el cual utilizan para sacar conclusiones acerca de cómo creen que los demás los perciben). Por ejemplo: "debería hablar con fluidez, ser ingenioso y ameno, pero estoy ansioso, me tiembla la voz y lo estoy haciendo fatal, de modo que los demás creerán que soy incompetente o tonto".
 
Si puede evitará la situación social y si esto es imposible, utilizará las "conductas de seguridad". Así, la persona queda atrapada en un círculo vicioso donde obtiene evidencias de sus supuestos previos y no se da oportunidad de comprobar que dichos temores son infundados.

Factores que contribuyen a que una persona sea vulnerable a padecer fobia social

a) Reglas rígidas. Algunas personas tienen reglas rígidas y demasiado perfeccionistas que gobiernan su comportamiento social, como "Debo tener siempre algo interesante que decir", "Siempre debo mostrarme ingenioso y con gran fluidez verbal", "Nunca debería mostrar signos de ansiedad". Estas personas puede funcionar normalmente hasta que se produce un fracaso importante al no cumplirse estas auto-exigencias. Después, las situaciones sociales se perciben como peligrosas, ya que pueden dar lugar a otros fracasos.

b) Supuestos disfuncionales. Hacen referencia a las consecuencias catastróficas de comportarse de cierta manera: "Si estoy callado pensarán que soy aburrido", "Si ven que tiemblo pensarán que soy estúpido", "Si me ven ansioso pensarán que soy un incompetente". Al mismo tiempo, evalúan la ocurrencia de estas evaluaciones como algo terrible: "sería terrible ser considerado aburrido o incompetente; eso demostraría lo poco que valgo, me quedaría solo", etc.

c) Creencias negativas acerca de sí mismo. Son creencias que se centran sobre uno mismo y se activan en situaciones sociales, es decir, no estarían crónicamente activadas (soy estúpido, soy aburrido, no valgo nada, no soy interesante; etc.). Cuando la persona no se encuentra en situaciones provocadoras de ansiedad, estas creencias resultan menos creíbles, pero se activan fácilmente en cuanto se presenta un estresor social. Esquemas de este tipo hacen que el individuo sea más proclive a evaluar la situación social como peligrosa porque podría "demostrar" que esas creencias son ciertas, lo cual sería "terrible".