El trastorno antisocial de la personalidad también se denomina trastorno disocial, y se caracteriza por una pauta de conducta irresponsable y al margen de las normas sociales y que ya aparece en las etapas infantiles y que continua y se amplia en la edad adulta. El trastorno no es sinónimo de criminalidad y aquí entramos en la tradicional controversia en la distinción entre maldad y trastorno, siendo esta distinción un claro reto con importantes repercusiones en la psiquiatría forense.
- Epidemiología.- La prevalencia de este trastorno es del 3% en los hombres y del 1% en las mujeres. Es más frecuente en las áreas urbanas deprimidas y en poblaciones carcelarias puede alcanzar el 75%. Existe un patrón familiar que se manifiesta con una frecuencia cinco veces mayor entre los familiares de primer grado de los varones afectados que entre los familiares de los sujetos control.
- Manifestaciones clínicas.- Como ya hemos dicho anteriormente este trastorno es de aparición temprana y los signos infantiles típicos son mentiras, hurtos, holgazanería, vandalismo, actitudes pendencieras, peleas, fugas del hogar, absentismo escolar y crueldad física. En la edad adulta continua esta pauta, lo que les conduce a un fracaso en la actividad laboral, en el mantenimiento de obligaciones económicas, familiares, etc.
En muchos casos llevan a cabo conductas delictivas, son sujetos irritables y agresivos, son protagonistas de violencia domestica sobre todo cuando se añade frecuentemente el abuso de drogas y alcohol, realizan conductas temerarias sin preocupación por la seguridad personal o ajena, es también frecuente la promiscuidad sexual y la dejacion de deberes paternos y conyugales. Hay que destacar la ausencia de culpabilidad respecto sus conductas y una marcada predisposición a culpar a los demás de las mismas. El que la edad de comienzo sea temprana les lleva a un grave deterioro impidiendo el desarrollo de un adulto independiente y autosuficiente, lo que da lugar en muchos casos a años de institucionalización, con frecuencia más penal o correccional que médica.
Presentan una cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía, incapacidad para mantener relaciones personales y muy baja tolerancia a la frustración. Con frecuencia estas personas impresionan a las de sexo contrario por los aspectos seductores de su personalidad. No muestran rasgos de ansiedad ni depresión a pesar de sus amenazas suicidas y sus frecuentes quejas somáticas. Dadas sus características también se les ha denominado sociopatas y sujetos amorales. - Diagnóstico diferencial.- Hay que separar lo que es un trastorno de la personalidad de lo que es una conducta ilegal o criminal siendo característico que en el trastorno se afectan numerosas áreas de la vida del sujeto. Es difícil diferenciar este trastorno cuando va asociado al consumo de sustancias ya que ademas de muy frecuente, se han demostrado que se potencian ambos. Es frecuente la comorbilidad con el trastorno limite y el narcisista por lo que el diagnostico diferencial muchas veces es una ardua tarea.
- Curso y pronóstico.- Se sabe que evoluciona a lo largo de la vida, si bien se aprecia un descenso de las conductas disociales a medida que avanza la edad del sujeto, el pronostico ira en función del grado de deterioro social y sobre todo legal que haya sufrido el individuo, ya que en numerosas ocasiones estos individuos habrán sido condenados por sus diferentes acciones ilegales y su probable estancia en instituciones penitenciarias ensombrecerán una posible recuperación.
- Tratamiento.- Psicoterapia.- es imprescindible que sea de larga duración y fundamentada en técnicas cognitivo conductuales, siendo esencial e imprescindible marcar limites muy estrictos así como trasmitir un claro mensaje de autoridad.
- Farmacoterapia.- Será un tratamiento sintomático. Hay estudios que demuestran la eficacia de los anticonvulsivantes como la carbamacepina para controlar la impulsividad, fundamentalmente cuando el sujeto presenta trazados anómalos en su EEG. Es imprescindible administrar los fármacos de forma muy controlada.
Vicente Rubio Larrosa, psiquiatra.