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Trastorno límite de personalidad. Verdades y leyendas

 

Su nombre, trastorno límite de la personalidad, genera, para quienes no son expertos en la materia, cierta confusión y angustia, sensaciones que parecen minimizarse si se sustituye esa denominación por la de trastorno por inestabilidad emocional.

Se trata de un cuadro clínico que se presenta en el desarrollo de la personalidad, como una especie de inmadurez, y que se caracteriza por“cambios emocionales muy bruscos- inestabilidad afectiva- conductas impulsivas- accesos de ira o autolesiones- y un trastorno global de la identidad”, detalla a ELPLURAL.COM el doctor José Luis Carrasco, director científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Hospital Ruber Juan Bravo-Grupo Quirónsalud de Madrid.

Todo ello implica enfrentamientos con la familia, fracaso escolar y adicciones, a las drogas o de tipo pasional-sexual. En algunos casos, además, “hay intentos de suicidio, cortes o ingesta de pastillas”, apunta este especialista.

Se trata y se cura

Es importante, sin embargo, tener en cuenta que el TLP “no es una forma de ser, sino un estado puntual, por lo que no es para toda la vida”, subraya este psiquiatra. Por tanto, “no se es un TLP, com tantas veces se afirma, sino que se tiene un TLP”. Esto implica que este trastorno se puede tratar y se puede curar.

La forma de abordarlo combina el tratamiento farmacológico y psicológico. “En las fases agudas, de mucha inestabilidad emocional y conductual, se emplean fármacos para disminuir los síntomas, los accesos de rabia o tristeza”, afirma el doctor Carrasco.

Es necesario templar esa impulsividad y agresividad que, “generalmente es contra ellos mismos, pero que otras muchas veces es también contra objetos, puertas o personas de su entorno cercano”, sostiene. No obstante, es importante dejar claro que esto no significa que las personas con TLP sean peligrosas.

La psicoterapia, por su parte, está enfocada a lo relativo a “la identidad, la inseguridad, la necesidad excesiva de estima, la empatía y la relaciones con los demás”, apunta este médico. Del mismo modo, se trabaja también a nivel familiar para “mejorar, desde el apego y la afectividad, las dinámicas y los conflictos que puedan existir”, añade.

Cuando el TLP se ha quitado, “cada uno es como es, pero eso ya no es un trastorno. El resto de síntomas desaparece”.

Poner límites

A los pacientes con Trastorno Límite de Personalidad es importante ponerles límites, aunque en este punto, el doctor Carrasco puntualiza que “como atodos los adolescentes”. “Son edades en las que tienden a saltárselos, pero son imprescindibles, porque “sin límites no hay desarrollo de la personalidad ”, insiste.

Este especialista del Hospital Ruber Juan Bravo recalca que “no deben confundirse los límites con las normas”. Los primeros “han de ser pocos, pero muy claros. Son induscutibles y hacen referencia a lo que no se puede hacer”, matiza.

Las segundas, necesarias, sobre todo, antes de la adolescencia, están más relacionadas con “la cultura, y los valores familiares y con lo que se debería hacer”, explica este psiquiatra, y “serían discutibles en todo caso en la adolescencia tardía”.

Factores desencadenantes

El TLP suele presentarse entre los 16 y los 22 años, que es “cuando vemos la mayoría de los casos, porque ya se manifiestan”, explica el doctor Carrasco. En él influyen distintos aspectos: factores de vulnerabilidad biológica, en parte heredados y en parte fruto del desarrollo de las áreas del sistema nervioso central relacionadas con la regulación de las emociones que se da en edades muy tempranas de la vida y factores externos, vinculados a la afectividad de los padres, el trato en el colegio y el consumo de cannabis entre los 13 y los 14 años.

Hay algunos casos de Trastorno Límite de Personalidad de aparición tardía,“personas que, teniendo cierta vulnerabilidad, se han ido adaptando porque les ha ido bien, pero que a raíz de algún acontecimiento que rompe algo, sufren un desmoronamiento de la personalidad”, apunta el director científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento de este centro madrileño. Ahora bien, “son los menos”.

Llegando al diagnóstico

Solo debe determinarse que un joven padece TLP cuando “se cumplen los criterios diagnósticos y se ha hecho un buen diagnóstico diferencial a través de evaluaciones y estudios de personalidad completo”, si bien es cierto que “comparte algunos síntomas con otros trastornos mentales”, concluye el doctor Carrasco.

EVA LANDÍN, El Plural.